Los invito a vivir juntos la aventura de volver a la infancia... leyendo y contando cuentos breves... para el corazón de los chicos y de los grandes...
¿Les cuento como empezó todo esto?
Resulta que a los doce años le escribí una carta a mi propia infancia. Corría el año 1983 pero estaba fechada en el año
2015, y allí le decía:
“Querida Infancia:
Te extraño mucho, mucho. Quisiera estar contigo como cuando en los días de otoño recorríamos juntas las aceras y, muy divertidas, pisábamos las doradas hojas que crujían haciendo ese ruidito tan particular que buscan todos los niños”.
“Querida Infancia:
Te extraño mucho, mucho. Quisiera estar contigo como cuando en los días de otoño recorríamos juntas las aceras y, muy divertidas, pisábamos las doradas hojas que crujían haciendo ese ruidito tan particular que buscan todos los niños”.
Más adelante exclamaba:
“¡Oh! Qué exquisito sabor tenían nuestras maravillosas tortitas de barro decoradas con ladrillo rayado que le daban una tonalidad rojiza!
¡Y aquéllas adorables ensaladas de pastos y helechos!”
La
carta finalizaba diciendo:
“Con este recuerdo, recuerdo que me consuela, se despide con muchos besos.
Carolina
PD: No dejes de escribirme en mi imaginación y en mi corazón”.
En un momento muy clave para mí, porque había sido reconocida internacionalmente en un Congreso de Derecho, que era mi profesión, mi infancia me escribió en la imaginación y en el corazón y firmó: Sarah Mulligan.
Ella cumplió, de esa manera, mi pedido hecho a los doce años -cuando ficcionaba ser adulta-, escribiéndole a la adulta que soy, devolviéndome a la infancia que dejé atrás y que ahora sale a mi encuentro.
Hoy
viene presurosa y me sopla cuentos que olvidé y otros que ella tiene ganas de
crear. Y me escribe. Y quiere escribir en la imaginación y en el corazón de
otros adultos para que vuelvan a ser niños, y de otros niños para que conserven
esos tesoros, siempre.
La
que escribe en mí y usa mis manos se llama Sarah. Mulligan es su apellido, al
igual que el de mi tatarabuela Bridget, una irlandesa nacida en el condado de
Westmeath, a mediados del siglo XIX.
En el golf, en partidas de amigos y siempre que
se haya acordado con anterioridad, pedir un “Mulligan” es pedir la posibilidad
de repetir un golpe mal hecho en el comienzo de la partida, es una segunda
oportunidad, el golpe de gracia, la gratuita chance, el perdón, el borrón y
cuenta nueva, el volver a empezar, el barajar y dar de nuevo.En mi caso, es volver a la infancia.
¿VOLVEMOS JUNTOS?
Texto e Ilus by Sarah Mulligan
Para
contactarse con la autora: E mail: loscuentosdesarahmulligan@gmail.com
Facebook:
Los Cuentos de Sarah Mulligan
Web: www.sarahmulligan.com.ar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario